Como dos jinetes en carruaje, que cabalgan a rienda suelta.
Uno tiraba fuertemente hacia la derecha, el otro por el contrario, tiraba de la
misma manera hacia la izquierda.
En medio, una rutina, un lunes y un domingo. Un café y la
mesa puesta.
Al final, la cuerda que unía a los dos jinetes
inevitablemente se rompió, y dejo de ser una cuerda fuerte, ya simplemente eran
dos cuerdas, dos cuerdas diferentes, tan vulnerables como un niño mirando a su
madre.
Y así, el lunes paso a ser aburrido, el domingo paso a ser
estresante, el café dejo de llevar azúcar y la mesa estaba completamente llena
de verduras.
El jinete de la derecha era mi razón, el otro jinete, mis
sentimientos.
Ahora mi rutina esta en la cuerda floja que rompieron esos
dos jinetes, cabalgando como locos en busca de una rutina llena de flores.