saque a mi corazón de mi pecho y le puse la luz de mi linterna en la boca,
alumbre a su latido y le pedí de rodillas que confesase,
que confesase porque esta noche lo vi discutir con mi cabeza,
le pregunte porque escupía sangre a mis palabras,
porque el sabe bien que las bombas se echan fuera de casa.
ni las ideas regresaron a la boca de mi cabeza, ni los latidos dejaron de entrar ni un milímetro de lógica.
y nadie pidió perdón.
amalia.
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ResponderEliminarLa maldita lejanía en la que nuestras almas gemelas se encuentran son la causa de mi desolación y se ha convertido en una gran tortura para mi vida al no poder tenerte a mi lado.
ResponderEliminarMi corazón se resiste a aceptar que ya no volverás y que todo terminó.
Tus recuerdos impregnados en mi mente y en mi corazón me impiden intentar arrancarte de mis entrañas y evitar así despertar con esta maldita ansiedad con la que me despierto cada mañana anhelando encontrarte en cualquier rincón, abrazarte y estar contigo.